Si observas un poco, con mirada atenta,
verás las ramas y las piedras,
que no pesan.
Qué por dentro es corcho,
aire y cartón.
Yo lo he visto y tocado
¡Lo juro!
Ahora toca hablar con el dueño del teatro,
que cambie un poco el decorado.
Pero todos lo saben, lo presienten…
¡El cabrón se ha largado!
Ni solución, ni consciencia.
Una y otra vez, se cambian el público y los actores.
Al menos te queda la libertad de elegir,
si improvisas o sigues guiones.