jueves, 29 de marzo de 2012

Entre peceras y hormigueros

Me muevo,
Entre peceras y hormigueros.

Son microcosmos que visito;
Que a veces odio,
a veces persigo.
Siempre acabo sintiéndome
extraña,
en la locura y el sinsentido,
que caracterizan esos sitios.

La demagogia continua,
de las hormigas.
Que están convencidas,
de que viven para ellas mismas.
Y ninguna tiene nombre.

Apenas se tocan,
concentradas en mantener
ese minúsculo reino,
en el que basan sus vidas.

Yo nunca fui hormiga,
Aunque a veces trabaje la arena.
Siempre me he sentido más,
como un pez,
encerrado en una pecera.

En el reino de los peces,
no están ni más,
ni menos conscientes.

Pero ellos flotan,
y saben hacer burbujas con la boca.

Me hipnotizo con sus colores,
Aunque siempre los olvide,
aunque ahí todos olvidan.
Aunque les llene tanto flotar,
que apenas se cuestionen,
dónde se esconde el mar.

He visto como escupe una oruga

Se arrastran las hojas secas
y no me preguntan si quiero bailar con ellas.
Se forma fango en las aceras;

Como si ya no fuesen las aceras,
lo suficientemente frívolas.

Sólo son;
trazos aleatorios,
que dibujan realidades.
En los que se consuelan,
cerebros que se creen almas.

Desean que todo arda,
¡Que todo arda!
Para poder cocer,
un buen filete de ternera.
Y las peras,
que se echen a perder.