Cada día que pasa me tomo menos enserio a las personas.
Incluso a mi misma.
Cada día que pasa me siento más distante de todo, como si viviese más en mis pensamientos que en la realidad.
Porque mi mente me acosa, y no puedo olvidar la sensación de que la base de todo es un error.
Un error tan notable que ha conseguido infectarlo todo, enfermando a las personas.
Cada día que pasa me asustan más los desequilibrios y las incoherencias, pero a la vez me parecen más ridículas.
La gente exige demasiado, pero podría decir que yo exijo como diez veces más que cualquier otra persona.
No me gustan las exigencias.
Otra contradicción, otro motivo para deprimirme…
Me siento pequeña y grande a la vez.
Tampoco me gusta sentirme de ninguna de las maneras, cuando me siento pequeña me hago vulnerable, me veo a mi misma como una estúpida.
Cuando me siento grande como una prepotente de mierda, y decepción, mucha decepción por las cosas que son pequeñas a mi alrededor.
Aunque mi perro si me gusta, él es genial, es auténtico.
Pero claro, el lo tiene más fácil, no tiene una cabeza saturada de mentiras, contradicciones, valores impuestos, miedos, decepciones y demás mierdas.
Cada día que pasa estoy más convencida de que somos el cáncer del mundo y de que estaríamos mejor muertos.
No solo lo pienso porque considere a las personas como una masa enorme de mentes agotadas, tristes, aburridas, enfermas, caóticas y demás mierdas.
Si no porque nuestra simple existencia destruye día a día la tierra, las especies, los paisajes, el cielo…(ay, como me duele eso)
Lo que realmente es auténtico y hermoso.
No se quién fue el gilipollas que le decidió pensar que la tierra era suya.
Y lo peor de todo es que las personas están convencidas de que somos lo más importante, olvidando el resto.
Basamos nuestra vida en destruir, y lo que se crea, es exclusivamente para nosotros mismos.
Con estos principios… ¿Qué carajo espero yo del ser humano?